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Durante la Conferencia CLACSO 2025, celebrada en Bogotá, el debate en torno al trabajo de cuidados —remunerado y no remunerado— ocupó un lugar protagónico en las reflexiones sobre justicia social, feminismos y modelos de desarrollo en América Latina y el Caribe. Este evento reunió a investigadoras, activistas, redes feministas, representantes de organismos multilaterales como CEPAL, OIT y ONU Mujeres, así como autoridades gubernamentales y organizaciones sociales, entre ellas las integrantes de la Red INSPIR a nivel continental, que aportaron una mirada situada, intergeneracional e interseccional a la conversación centrada en un escenario de crisis política y social en la región, en la que su participación fue clave para reforzar el enfoque de derechos y anclar el debate a las experiencias territoriales concretas de cuidado comunitario, popular e indígena. 

 

El reconocimiento del trabajo de cuidados como un pilar que sostiene la vida y las economías ha sido una demanda histórica de los movimientos de mujeres. Sin embargo, en un contexto de crisis múltiple —económica, climática, migratoria y democrática—, esta agenda adquiere una urgencia mayor. Las reflexiones compartidas en CLACSO 2025 invitan a transitar hacia la construcción de sistemas integrales de cuidados universales, basados en la corresponsabilidad entre Estado, mercado, comunidad y familias.  

 

Se subrayó con fuerza la necesidad de que los Estados reconozcan el cuidado como un derecho humano, que debe garantizarse con políticas públicas sostenidas, financiamiento adecuado, servicios de calidad y con especial atención a las desigualdades de género, clase, etnia y territorio. En este marco, la valorización del trabajo de cuidado remunerado emerge como una tarea urgente: millones de mujeres —trabajadoras del hogar, cuidadoras comunitarias, personal en centros infantiles y de personas mayores— enfrentan condiciones precarias, sin contratos formales, sin acceso a la seguridad social. Los diálogos durante la CLACSO, también sostuvieron que los sindicatos tienen mucho que aportar en la transformación de los sistemas de cuidado a través de la organización colectiva, impulsando el reconocimiento del cuidado como trabajo y como derecho. Su acción se suma a promover condiciones laborales dignas, protección social y marcos normativos que valoren el cuidado en toda su dimensión. 

 

Reconocer este trabajo como esencial implica crear empleos dignos en el sector del cuidado, con formación, certificación, salarios justos y protección laboral. No se trata únicamente de ampliar servicios, sino de garantizar que quienes cuidan también sean cuidadas. Esto incluye el acceso pleno a sistemas de salud, pensiones, licencias y descanso. 

 

Las organizaciones de la Red INSPIR, desde sus diversas experiencias nacionales y locales como movimientos sociales y sindicales; asi como redes de trabajadoras, junto con entidades continentales, aportaron reflexiones fundamentales sobre el vínculo entre cuidados y autonomía económica, en el desarrollo de un documento denominado: "Transitar hacia la sociedad del cuidado para alcanzar la autonomía económica de las mujeres en América Latina", que fue presentado dentro de las actividades del evento, pudiendo compartir recomendaciones sobre posibles políticas de cuidado. 

 

El contexto actual presenta múltiples desafíos. La contracción de la cooperación internacional, las reglas fiscales restrictivas, y las dinámicas de explotación material y emocional del trabajo de cuidados, especialmente en cadenas globales sostenidas por mujeres migrantes, revelan tensiones estructurales profundas. A esto se suma la carga moral que se impone a quienes cuidan —afectiva, física y psicológica—, sin un respaldo institucional que reconozca su valor ni comparta su responsabilidad. 

 

Frente a estos dilemas, CLACSO 2025 no solo visibilizó estos debates, sino que ofreció un espacio fértil para articular propuestas desde el conocimiento crítico, el activismo y la gestión pública. La participación activa de organizaciones de la Red INSPIR reafirma que la construcción de una agenda regional de cuidados con justicia, dignidad y derechos solo será posible si las voces de las mujeres y organizaciones territoriales son protagonistas. 

 

Porque cuidar es sostener la vida, y la vida digna no puede ser privilegio de unas pocas. El cuidado es un derecho y su garantía, una obligación ética y política de nuestros Estados.